El hormigón es un material de construcción que se elabora a partir de la mezcla de cemento, agregados, agua y aditivos y se utiliza por su alta durabilidad y alta docilidad a la hora de manipularlo en obra.

Los componentes del hormigón son importantes no solo porque determinan las propiedades del hormigón, sino también porque también afectan el costo de producción del hormigón, ya que dependen del costo de los materiales, equipos y mano de obra.

Dentro de los materiales, la cantidad de cemento suele determinar el costo final, aunque el uso de aditivos específicos puede tener un impacto importante.

El componente básico del hormigón es el cemento. El cemento es un aglutinante hidráulico, es decir, un material que reacciona con el agua para formar un producto insoluble.

Los áridos forman la estructura del hormigón, son áridos de diferente tamaño de grano (arena y grava) y, por su parte predominante en su composición, son en gran parte responsables de sus propiedades. Por eso tienen que ser inertes, es decir, no tienen nada en su composición química que pueda alterar la resistencia del hormigón.

El agua cumple una doble función, por un lado es responsable de la hidratación del cemento, por otro lado es fundamental para garantizar la trabajabilidad del hormigón. El agua utilizada para mezclar y endurecer el hormigón en la obra no debe contener ningún ingrediente dañino en cantidades que perjudiquen las propiedades del hormigón o la protección contra la corrosión del refuerzo.

Y finalmente, los aditivos son aquellas sustancias que se añaden al hormigón en una proporción no superior al 5% del peso del cemento antes o durante el amasado para cambiar alguna de sus propiedades y propiedades mecánicas o propiedades en el hormigón fresco o endurecido.